Hubo un
momento, un corto espacio de tiempo en el que me dediqué a convencerme de que
las personas pueden llegar a cambiar, en vez de seguir contando estrellas, que
es lo que mejor se me da. Ya sabes, no su aspecto, que es lo que menos importa, sino sus
errores, sus fallos, sus tonterías. E incluso yo intenté hacer lo
mismo, hasta que el esfuerzo acabó tirando todas mis ilusiones por la borda.
Porque tú no vas a cambiar. Porque yo no voy a cambiar. Y el mundo seguirá
dando vueltas, es más, a nadie le importa. Realmente cuesta creer que haya
tardado tanto en comprenderlo, tantas heridas que seguramente dejarán huella. Tantas mentiras.
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